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jueves, 14 de agosto de 2014

Buñuelos de viento

Tradición y cocina siempre han ido de la mano. Por eso, en ocasiones, cuando nuestras abuelas nos preparaban un plato, nosotras, lápiz en mano, tomábamos nota.

Así surgen algunas recetas en nuestro día a día, casi olvidadas.
El apunte que os enseñamos, data del año 1.985 y todavía puedo ver cada vez que lo miro, las manos de mi abuela removiendo la masa templada, mezclándola con el huevo con tanto esmero, que se me hacía eterna la espera por los buñuelos.

Jamás olvidaré aquellas tardes de invierno, en el que el café de las cinco, se acompañaba de buñuelos suculentos, rellenos de mil historias alrededor de la mesa.

Esos recuerdos, forman parte del mayor tesoro que cobija hoy en día mi vida.

                      Ingredientes:

-150 gr. de harina
-100 gr. de mantequilla
-2 cucharadas de azúcar
-250 ml. de agua
-3 huevos
-Sal
-Aceite para freír


                   Preparación:

En un cazo, ponemos al fuego el agua, el azúcar, la mantequilla y una pizca de sal. Cuando rompa a hervir, añadimos toda la harina de golpe, y dejamos cocer 2-3 minutos.

Mezclamos bien con una cuchara de madera (hemos de decir, que en este punto, alguna vez utilizamos la batidora para ayudarnos a deshacer los grumos) hasta conseguir una masa fina.

Dejamos enfriar, a temperatura ambiente, durante 10 minutos.

A continuación, añadimos los huevos, de uno en uno. Esperamos siempre a que el primero esté integrado, para agregar el siguiente.

Después, una vez que ya hayamos introducido todos los huevos, nos encontraremos con una masa homogénea y brillante.

Ponemos el aceite en la sartén a calentar, y cuando empiece a humear, con la ayuda de dos cucharas, tomamos la masa y la vamos depositando sobre el aceite.

Con una cuchara cogemos la masa, y con la ayuda de la otra, la vamos agregando a la sartén.

Esperamos a que se doren por un lado, generalmente ellos mismo se giran, pero si fuera necesario les ayudamos.

Después los colocamos sobre papel absorbente y directos a la mesa.

Podemos rellenarlos de mermelada, crema, natillas... o, sencillamente, así solos.

¡Deliciosos!

¡Spezilizándonos!

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