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martes, 19 de agosto de 2014

Mantequilla casera, la mejor del mundo.

Algunas veces la memoria se vuelve transparente, y no le permite al recuerdo percibir los detalles del pasado.

En esta ocasión, afortunadamente, los pormenores casi se muestran tangibles ante nuestros ojos.

La tradición tiene sus pilares en la familia, y éstas a su vez en la región donde sus antepasados se hubieran instalado.

Así es como Spezialia (el equipo que lo conforma) convivió con costumbres tan  curiosas como ésta que queremos compartir hoy.

La zona que nos vio nacer, es eternamente verde. Tan verde que la ganadería florece, y con ella todos sus productos derivados.

Y a nuestras tazas de desayuno, cuando éramos niñas, llegaba todos los días leche recién ordeñada... El resto de la leche recogida, se acumulaba en un "enfriadero" Una especie de nevera pensada exclusivamente para ese menester.

Pero aunque la leche vendida a las principales compañías lecheras de la zona, fuera la principal fuente de ingresos para muchas familias, siempre había excedente...

Quesos, cuajadas, arroz con leche, flan y mantequilla, eran unas de las maneras más usadas, para dar salida a esos litros de leche diarios, que o bien habían sido ordeñados a deshora, o directamente no cabían en el "enfriadero"

La mantequilla.

La leche cruda se dejaba reposar en grandes peroles durante 24 horas, después, con la ayuda de un cucharón, se recogía la nata, y se depositaba en un barreño de plástico o metal, hasta acumular la cantidad suficiente.
Llegado el momento, la nata se batía en el mismo barreño o la artesa, hasta conseguir desprender el suero, de la grasa.

Las tradiciones varían, evolucionan... y llegan hasta nuestros días.

¿Preparamos una mantequilla casera, fácil, rica y sorprendente?


                                           Ingredientes:

-Un litro de nata especial para montar.
-Nuestra especia favorita.
-Sal.

           Preparación:

La nata debe de estar fría.

La vertemos en un recipiente grande. Empezamos a montarla con la ayuda de las varillas de la batidora.

Una vez que vemos que la nata está montana, seguimos batiendo un poco más, con cuidado, utilizando la velocidad más corta que nos permita nuestro aparato.

¿Veis la foto de la derecha?  En ese punto sacamos las varillas y comenzamos a remover con una cuchara de palo. Poco a poco, la textura de la nata comenzará a cambiar.

Ahora es el momento de agregar nuestra especie favorita y una pizca de sal.

La añadimos y seguimos removiendo.

Y a los tres o cuatro minutos de remover fuertemente, notaremos que salpica. Escurrimos el suero, con cuidado de que no se nos caiga la grasa, y seguimos.

Aún falta un poco... y continuamos dándole vueltas, hasta que se forme una bola difícil de manejar.

Ya tenemos la mantequilla, ahora solo nos queda
prepararla y decorarla...

Con las manos, dividimos la masa en varias partes, y le damos forma ovalada.

Nosotros, con un litro de nada, hacemos tres mantequillas de unos 250 gramos cada una.

Después, llenamos un vaso con agua muy caliente, y con la ayuda de un tenedor y una cuchara, que vamos introduciendo en el vaso y escurriendo bien cuando los sacamos, procedemos a decorarlas.



Nosotros hemos utilizado orégano, eneldo y pimienta negra.

A los niños les encanta la de orégano, a los mayores la de pimienta negra y a nosotras la de eneldo, porque tiene un toque más holandés, más suave.

Y vosotros, con qué especia la haríais?









































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